La
hembra es mayor que el macho, en longitud y en peso. Los machos,
además de ser más pequeños que sus compañeras,
también son más delgados.
En las especies aladas, en cambio, los machos son los que tienen
las alas más desarrolladas. Los machos de estas especies
pueden volar, mientras que las hembras muy raramente. Los insectos
palo alcanzan la madurez sexual tras 15 días después
de su última muda. El macho muda muy pocas veces comparado
con la hembra. Frente a las 5 mudas de la hembra necesarias
para alcanzar la madurez sexual, el macho llega a la madurez
sexual pasando sólo por 2 estadios ninfales. Una hembra
de insecto palo puede guardar en sus conductos genitales el
esperma del macho durante varios meses, lo que le permite poder
fertilizar sus óvulos tras varios meses después
de aparearse.
Si no hay ningún macho presente las hembras pueden reproducirse
por partenogénesis, excepto en algunas especies, como
Heteropteryx dilatata.
La partenogénesis (el óvulo no necesita ser fecundado
por un espermatozoide para desarrollarse) tiene el inconveniente
de ser menos efectiva que la reproducción sexual, ya
que el porcentaje de nacimientos de los huevos desarrollados
es menor que si fuesen obtenidos por reproducción de
tipo sexual, además de que tardan más en nacer
que cuando se produce el apareamiento. Sin embargo, esto no
ocurre, por ejemplo, en los insectos palo Carausius,
cuyo período de incubación de los huevos suele
durar prácticamente lo mismo que en una reproducción
sin partenogénesis y las crías tienen las mismas
posibilidades de nacer.
Deberemos tener cuidado en no superar el rango de temperatura
adecuado para los insectos palo, de lo contrario podemos obtener
individuos con ginandromorfismo que no se podrán reproducir
nunca por reproducción sexual, dado que son animales
con una alteración genética. En realidad, el ginandromorfismo
es un tipo de hermafroditismo. Si tenemos curiosidad por obtener
este tipo de animales con características sexuales de
macho y a la vez de hembra, la temperatura de incubación
debe ser superior a los 27ºC pero sin excedernos de los
30ºC, para evitar la muerte de los huevos que intentemos
incubar. En los ejemplares obtenidos por partenogénesis
es frecuente que se desarrollen individuos con ginandromorfismo
(o hermafroditas) cuando los huevos se incuban a altas temperaturas,
es decir, superiores a las del rango de temperatura óptima.
Los insectos palo con este tipo de hermafroditismo no se pueden
reproducir por reproducción sexual (por apareamiento).
Este extraño fenómeno llamado ginandromorfismo
se debe a una anomalía genética que concede a
las hembras características de macho o viceversa, porque,
en realidad, un individuo con ginandromorfismo tiene características
sexuales tanto de macho como de hembra. Especialmente en las
especies que efectúan la puesta en tierra húmeda,
como las de los géneros Euricantha, Heteroptyx
o Areataon, es necesario proporcionarles un buen lugar
para la puesta. Un recipiente con una capa de turba o abono
viejo servirá.
La hembras de insecto palo ponen entre 100 y 500 huevos, tras
pasar por un período de tiempo que coincide normalmente
con unas 3 semanas después de su última muda.
Los sistemas de puesta en estos animales son muy variados. Desde
aquellas especies que simplemente se limitan a dejar caer sus
huevos, como el conocidísimo Carasius morosus, hasta
otros mucho más sofisticados que incluyen el fijar los
huevos sobre otro insecto palo o el de atraer la atención
de las hormigas con estructuras específicas en el huevo
con el objetivo, en ambos casos, de incrementar la distribución
de los huevos y, por lo tanto, de la especie.
Los insectos palo también adhieren los huevos a la cara
inferior de las hojas de las plantas para disminuir la presión
de los depredadores consiguiendo hacerlos pasar como parte misma
del propio vegetal.
Los huevos de insecto palo son muy variados en cuanto a la forma
según la especie en cuestión. Pueden ser totalmente
esféricos, como los de Lopaphus caesius o los
de Epidares nolimetangere; más ovalados, como
aquellos puestos por Haaniella dehanii o por Phasma
gigas; muy alargados, como los huevos de Aretaon asperrimus
o Trachyaretaon bruckneri; o también con formas
muy artificiosas, como los insectos palo del género Phyllium.
En cualquier caso, la forma de los huevos obedece siempre, o
casi siempre, a criterios de conservación. Imitando a
los elementos del medio, los insectos palo consiguen que sus
depredadores no devoren los huevos y así aseguran la
supervivencia de sus crías. Normalmente, los huevos imitan
a las formas curiosas que tienen las semillas de las plantas,
a veces, también se pueden confundir con los excrementos
de los propios animales.
La incubación dura unos 5 meses, tiempo tras el cual
nacen las crías a través del opérculo.
Existen muchos insectos palo que son muy sensibles sus puestas
a la aparición del moho. Por lo que en estas especies
la capa de turba debe estar más seca que las que ponen
sus huevos en tierra húmeda, pero igualmente necesitan
algo de humedad de vez en cuando y en moderación.
El tiempo que tardan los insectos palo en ser adultos es muy
variable y puede ser desde pocos meses hasta un año.
Entre los factores que condicionan el desarrollo de estos insectos
se encuentran el propio animal (sobre todo la especie a la que
pertenece) y, especialmente, la temperatura.
Los insectos palo tienen una metamorfosis incompleta (o hemimetábola),
por lo que las crías (o ninfas) son muy parecidas a los
adultos.
Los insectos palo se muestran más activos a temperaturas
superiores, (siempre que no estén por encima del rango
de temperatura óptimo (21-27ºC), ingieren más
comida y su desarrollo se acelera, llegando más pronto
a adultos. Si los insectos palo no deciden hacer la puesta en
el recipiente que colocamos para este fin, podemos trasladarlos
nosotros mismos con mucho cuidado. Una vez puestos en el recipiente
de turba los cubriremos con una fina capa de abono viejo. Dos
veces por semana, más no, para evitar la formación
de moho, deberemos pulverizar la tierra donde están los
huevos. En cambio, para las especies mediterráneas, como
Clonopsis gallica, es importante proporcionarles unas
condiciones de sequedad importantes, por lo que no será
conveniente las pulverizaciones continuadas necesarias para
las especies tropicales o, de lo contrario, los resultados serán
contraproducentes. No obstante, tendremos que mantener bien
húmedo el recipiente con huevos momentos antes de que
se produzca la eclosión de los huevos. Para sincronizar
los nacimientos de las crías con el buen tiempo será
necesario que pasen los huevos por un periodo de frío
que imite la estación hibernal. De este modo, a partir
de finales de octubre o diciembre, mantendremos los huevos en
una temperatura inferior a los 10ºC, pero siempre por encima
de los 0ºC (las heladas tienen efectos negativos en la
supervivencia de los huevos) para que se detenga el desarrollo
embrionario (por diapausa). Para este fin, podemos colocar los
huevos (previamente depositados en un recipiente bien aireado)
a la nevera. A partir de marzo (preferentemente a partir de
la segunda mitad de marzo), ya podemos retirar los huevos del
refrigerador. Al cabo de unas 2 semanas (entre marzo y abril,
según cuando haya acabado el período de frío)
se producirá el nacimiento de las crías. Aunque
podremos adelantar el momento del nacimientos si la temperatura
de incubación de los huevos tras sacarlos del frigorífico
la subimos por encima de los 25ºC con la ayuda de un sistema
de calefacción.